Un perro molón es un perro feliz, seguro de sí mismo, divertido y con ganas de conocer el mundo que le rodea junto a su dueñ@, pero, ¿cómo conseguir que llegue a serlo?
Apunta estos 10 mandamientos para tener un perro molón:
1. Le daré la mejor comida adaptada a sus necesidades
Los perros, al igual que los humanos, necesitan alimentarse bien para poder tener una vida sana, por eso es importante saber qué necesidades alimentarias tiene nuestro peludo, ya que depende de la edad, la raza y el nivel de actividad diaria que realiza. No es lo mismo un perro abuelete que un cachorro, uno que se pasa el día en el sofá o un perro de rescate, un Chiguagua o un Gran Danés o si tiene algún tipo de enfermedad como diabetes, artrósis, etc… Lo mejor es consultar con tu veterinari@, te dirá qué tipo de comida necesita, qué cantidad y con qué frecuencia debes dársela según la etapa de la vida en la que esté.
2. Le sacaré todos los días a pasear para que disfrute del mundo que le rodea
Todos sabemos que cuando tienes un perro debemos sacarle a hacer sus necesidades por lo menos 3 veces al día pero eso no basta para que tu perro sea feliz. Necesita salir a pasear, correr, jugar con otros perros, olisquear, relacionarse con los humanos, grandes y pequeños…eso libera su energía física y mental y además le ayuda a socializar.
¿Quieres un perro contento y relajado en casa? Sácalo por lo menos una hora al día y si tienes más tiempo, como el fin de semana, festivos o vacaciones, llévalo al monte o a la playa. Tu peludo disfrutará de lo lindo y tú disfrutarás viéndolo. ¡Y ya de paso, haces ejercicio y respiras aire fresco, que a todos nos viene muy bien!
3. Le llevaré al veterinario las veces que haga falta
Un perro sano es un perro feliz y molón por ello las visitas al veterinario son necesarias igual que nosotros vamos al médico para hacernos revisiones rutinarias. Es necesario ponerle las vacunas y antiparasitarios que nos recomienden para evitar males mayores. Como se suele decir, más vale prevenir que curar.
Es importante revisarles todo el cuerpo frecuentemente por si tiene algún bulto, calva, herida…Detectar cualquier anomalía lo antes posible y llevarlo al veterinario puede ser la diferencia entre cogerlo a tiempo o ser demasiado tarde.
Recuerdo cuando fuimos al Oceanográfico de Valencia a la actividad de «Entrenador por un día». En la zona de los manatíes, los entrenadores nos contaban cómo les enseñaban distintos movimientos a la orden como levantar una aleta, la cola, abrir la boca, tumbarse, etc…pero no por diversión, sino porque de esa manera les acostumbraban a hacer esos movimientos y a ser manipulados de manera que, cuando venía el veterinario a hacerles la revisión, el exámen físico era mucho más fácil. Así que nosotros, desde aquel entonces, chequeamos a nuestros perretes de arriba a abajo, sobre todo cuando hemos ido al monte o por zonas más difíciles para ellos como el asfalto o la nieve. Con este sistema detectamos nuestra Bulldog Francesa un montón de cosas:
- Pulgas, aunque parezca mentira no se rascaba, las vimos al revisarle la zona de la barriga.
- Una espiga incrustada entre los dedos de la pata delantera
- Un bultito en la oreja que parecía un granito y que al final fue un tumor que tuvieron que estirparle
- …
Y paro de enumerar porque los Bulldogs Franceses son unos «pupas» y la lista es larga…😉
4. Le pondré el chip de identificación
No hay nada peor que perder a tu compañero peludo y una manera de aumentar las posibilidades de encontrarlo es poniéndole el chip desde el minuto uno que entra en tu vida, así facilitarás que si alguien lo encuentra llame a la protectora de animales y con un lector de chips vean tus datos y puedan ponerse en contacto contigo para que puedas llevártelo a casa. Es como su propio DNI.
También es buena idea ponerle un colgante en el collar con su nombre y tu número de teléfono. De esta manera, si alguien lo encuentra podrá llamarte directamente a tí y no tendrá que pasar por la protectora.
5. Lo acicalaré para que esté guapo, guapo
La higiene es fundamental para que nuestro perro comparta su vida con nosotros, debe estar limpio y desparasitado para evitar que desarrolle alguna enfermedad o nos la transmita a nosotros. Cada raza tiene sus recomendaciones en cuanto al corte de pelo, el cepillado y el número de veces que hay que hacerlo. Pregunta a tu veterinario o peluquero canino para que te aconseje.
No estoy muy a favor de los cortes de pelo para concurso o por directrices de raza. Creo que nuestro compañero tiene que estar cómodo, que un flequillo no le bloquee la visión de los ojos o que lleve el pelo arrastrando y llevándose toda la porquería del suelo.
Además las sesiones de peluquería suelen ser estresantes para ellos por lo que es mejor llevarles lo justo y necesario.
6. Le compraré los accesorios que necesite para estar cómodo, calentito y protegido
Nuestros perros ya no son lobos, ya no son animales «todo terreno» adaptados a su hábitat, a la climatología, a la vida salvaje, a la caza…sino que el hombre los ha moldeado a su gusto, adaptando su fisonomía y carácter a sus necesidades de trabajo, compañía, capricho estético, etc…Pero con el tiempo las razas se han ido popularizando ya sea por modas, películas, etc…y ahora tenemos razas que han sido creadas para ejercer una labor como animales símplemente de compañía. Tenemos razas creadas para aguantar el clima frío viviendo en zonas calurosas y otras de pelo corto viviendo en zonas frías. Tenemos perros poco adaptados al asfalto que se pasan el día paseando por él.
Por ello, a veces es necesario el uso de distintos accesorios que harán de su vida un poco más cómoda: un abrigo para el frío, unas botitas para proteger sus almohadillas del desgaste del asfalto o la nieve, un chubasquero para evitar que se moje, unas gafas de protección para la nieve o el viento, una camita para dormir…
Pero recuerda que los accesorios que le pongas a tu perro no deben causarle daño ni estresarle. Si es algo necesario, ten paciencia y acostúmbralo poco a poco con pequeños incentivos (salchichas, caricias, juego…), ya verás como con el tiempo lo llevará como si nada, igual que lleva el collar o la correa.
7. Intentaré comprenderle, conocer su lenguaje
Ellos se pasan la vida estudiándonos, conocen nuestros movimientos, nuestro estado de ánimo, nuestra energía, nuestra rutina, nuestro lenguaje corporal. Como compañeros de vida tenemos la obligación de corresponderles, aprender su lenguaje para comprenderlos mejor y poder atender sus necesidades. Si viviesemos con un amigo de otro país, ¿no intentaríamos aprender su idioma para poder comprenderlo y poder comunicarnos mejor?
¿Y cómo podemos aprender de ellos? Lee libros sobre el lenguaje canino, ve a charlas o visualiza vídeos en Youtube de expertos pero, sobre todo, obsérvalos atentamente en su día a día, cómo se relacionan con otros perros, con otras personas, en los distintos ambientes, cómo se comportan, cómo utilizan las orejas, el rabo, los ojos, el cuerpo para transmitir un mensaje.
Cuanto mejor conozcamos su lenguaje mejor será nuestra vida en común y menos problemas tendremos ya que sabremos mejor lo que quiere o necesita.
8. Le enseñaré qué puede y no puede hacer
Los perros aprenden de su madre las reglas y límites desde el mismo momento que nacen. También aprenden de sus hermanos las reglas del juego, la inhibición del mordisco y la estructura social. Así que nosotros como nuevos miembros de su manada, debemos seguir con esa educación, marcándole normas sencillas, claras y lógicas que nuestro peludo comprenda. Igual que un niñ@, un perro equilibrado debe conocer los parámetros de su mundo y qué lugar ocupa en su manada y dentro de la sociedad en la que vive.
Como dice César Millán: primero ejercicio, segundo disciplina (reglas, límites y limitaciones) y luego cariño.
9. No haré nada que pueda dañarle, asustarle o molestarle
Un perro, como cualquier otro animal, siente miedo, dolor, sufre, siente afecto por otros seres vivos y lo único que quiere de esta vida es cubrir sus necesidades vitales (comer, beber, aparearse…) y hacerlo de la mejor manera posible. Por ello es nuestra labor tratarle como uno más de nuestra familia, respetarlo como ser vivo y ofrecerle lo necesario para conseguirlo. Ellos te corresponderán con creces y tendrás un amigo fiel para toda la vida.
10. Lo querré siempre
Este último mandamiento engloba el resto. Quererlo no es torturarlo a besos y abrazos cuando nos apetece, es cuidarlo, respetarlo y darle una vida feliz cubriendo todas sus necesidades en todas las etapas de su vida, hasta el día que nos deje.
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