Pensábamos que íbamos a librarnos, 11 años con Max, una esterilización por infección, un bulto en la pata, un tumor en la oreja… y habíamos conseguido esquivar la vergüenza, estábamos convencidos de que a esas alturas ya no tocaría…pero…llegó…De nuevo, una úlcera en el ojo que no curaba nos obligó a ponerle «la vergüenza de los dueños y el horror de los perros»: el collar isabelino.
Siempre que veo a un perro con un collar de recuperación, también llamado cono o collar isabelino (por su parecido a las gorgueras típicas del vestuario de la época de Isabel I de Inglaterra), pienso lo ridículo que parece el pobre animal, lo torpe que le hará sentir…¿Qué pensará? ¿Se preguntará qué es lo que ha hecho mal para llevar esa letra escarlata al cuello?
Los dueños por lo menos saben que es necesario, que lo hacen por su bien, pero la vergüenza está ahí, su mirada contínua al suelo les delata.
¿Cómo puede ser que algo tan simple pueda ser tan molesto y avergonzante?
Como he mencionado al principio, hemos tenido que ponerle un collar a nuestra Bulldog Francesa. Los que tenéis este tipo de raza de ojos saltones sabréis que tienen tendencia a las úlceras oculares por golpes o roces debido a lo expuestos que tienen los ojos y la poca protección que esto les suponer con respecto a otras razas. Cuando la veterinaria nos dijo que tendríamos que ponerle una lentilla de protección porque no se le curaba bien la úlcera, pensamos: «bueno, mejor que coserle el tercer párpado como la vez anterior, que la pobre parecía Cujo y la gente la miraba con cara de susto. A parte de tener que pasar por una operación, claro…» Pero la lentilla traía un accesorio obligatorio, el collar isabelino. Era imprenscindible para que la perrilla no se rascara e intentara sacarse la lentilla. Según nos lo estaba comentando la veterinaria, iba viendo como dos personas adultas perdían el color de la cara por segundos…«¡¡¡Noooooooo, el collar de la vegüenza nooooo!!!».
Pues sí, ahí salimos los 3 del centro veterinario, dos dueños mirando al suelo y una peluda con un cono de plástico intentando restregarse por todas las paredes para quitárselo mientras pensaba: «¡¡qué he hecho yo para merecerme esto!!».

Pero lo peor estaba por llegar… Al entrar en casa, Max se intentaba quitar el cono con todo lo que se encontraba por el camino: paredes, sofá, cuna…incluso nuestras piernas le servían como intento desesperado de quitarse ese accesorio de tortura medieval que le habían puesto.
Después de unas horas de lucha sin igual, se rindió, no le quedaba otra, así que en los días posteriores lo intentó llevar con la mayor dignidad posible.
La cosa no quedó sólo en llevarlo con dignidad, había que vivir con ello, el día día…
- Comer y beber, ¿sencillo?, nada de nada. Tuvimos que cambiarle el bebedero vertical por un cuenco para que pudiera meter la cabeza. El primer día pensábamos que tendríamos que quitárselo pero como siempre, los perros nos sorprenden por su inteligencia. Max se las apañó para rodear el cuenco con el cono dejándolo perfectamente centrado para poder meter el morro. Segúramente un peludo con un hocico normal lo hubiese tenido más fácil pero un frenchi…
- Abrir puertas semicerradas, ¿fácil?, tampoco. Qué guay era poder meter el morro en el hueco y entrar a la estancia como un toro Miura, con presencia, como ella sabía hacerlo…Con esa parabólica del infierno ya no había elegancia ni entradas triunfales, sólo golpes y rasqueos con la pata en un intento de conseguirlo y, poco después, de llamar nuestra atención para que le abriésemos la puerta.
- Divertirse en el jardín olisqueando el suelo…Ídem. Al ser un collar más largo que su morro, olisquear metiendo la nariz hasta el fondo se acabó, cada vez que lo intentaba se le clavaba el plástico en la tierra y llegaba a casa con el cono que parecía un cortacésped, lleno de tierra y hierba cortada.
- Hacer la croqueta para rascarse la cabezota…malamente. La textura lisa del plástico del collar isabelino no da gustito por mucho que se frote contra el suelo.
- Subir escaleras…un deporte extremo. Ser un perro de talla pequeña tiene sus inconvenientes y con un collar veterinario más grande que su cabeza, más. ¡Qué difícil es subir unas escaleras cuando el plástico del collar se queda atascado en los escalones haciendo que caigas para atrás una y otra vez! Menos mal que nuestros peludos son muy listos y acaban encontrando la forma…subir las escaleras levantando la barbilla, ¡como una modelo oiga!
- Escuchar las llamadas de los dueños…¿ein?. Si la parabólica diabólica no se alineaba con la dirección del sonido que llegaba de nuestras bocas, el mensaje no llegaba. Y si a eso le sumabas el viento en contra, las palabras volaban en otra dirección. Creo que esto incluso lo agradeció. ¡Que excusa más fantástica para hacer caso omiso a las tonterías que dicen los dueños!
- Dormir…incómodo…pero se puede. No tiene pinta de ser nada agradable dormir sobre un trozo de plástico pero el sueño lo arregla todo. Eso sí, tuvimos que ponerle una cuna más grande para que durmiese estirada y el cono no se le enganchara.
Afortunadamente con el paso de los días se fue acostumbrando al collar de recuperación y nosotros también. Aún así nos preguntábamos si no habría otro sistema u otro collar un poco más agradable de ver, así que nos pusimos a indagar en Internet. ¡Madre mía!, había miles de opciones, aunque algunas eran para no salir de casa…
Os dejo algunos de los muchos modelos de collar isabelino que encontramos en Internet:
Collar isabelino de plástico para perros

- Collar isabelino de plástico transparente de lo más sencillo
- Collar isabelino de plástico pero con ribete y cuello de colores (rosa y azul)
- Collar isabelino de plástico con aireaciones de distintas formas y colores
El típico y más usado de los conos de recuperación para perros. Son baratos y se encuentran más fácilmente en los centros veterinarios y en las tiendas a pie de calle, sobre todo el número 1.
La ventaja es que protege más zonas que el resto de los collares al ser más rígido y profundo, eso sí, es más incómodo y aparatoso para el perro.
Collar de recuperación inflable

- Collar de recuperación inflable para perros granate (varias tallas)
- Collar de recuperación inflable para perros azul (varias tallas)
- Collar de recuperación inflable para perros gris (varias tallas)
Estos conos, más que una protección para que no se rasquen, parecen un flotador para la piscina o para las almorranas…😅
Son los más vendidos en Amazon y por lo que comentan los usuarios, son menos incómodos de llevar que los conos de plástico, incluso para dormir.
Les permite comer y beber más fácilmente y no interfieren con la visión periférica del peludo.
Hay que tener en cuenta que el perro llegará a ciertas zonas con este collar, como las patas, por lo que depende de dónde tenga el problema, será mejor escoger un cono de plástico.
La funda que lo cubre es suave y lavable.
Collar isabelino de espuma o acolchado

- Collar isabelino acolchado con cierre de velcro (varias tallas)
- Collar isabelino acolchado con forma de flor (varias tallas)
- Collar isabelino acolchado con motivos de jirafas (varias tallas y diseños)
¡Qué decir de estos diseños que parecen inspirados en Agatha Ruiz de la Prada! Aquí ya vemos un poco de color y diversión.
Estos collares de recuperación al estar hechos con espuma, algodón y tela son más flexibles, ligeros y cómodos que los de plástico pero eso implica que se pueden doblar más fácilmente, por lo que nuestro peludo podría llegar a la zona dañada, así que tenedlo en cuenta.
Se ajustan fácilmente al cuello del perro y permiten una mejor visión periférica.
Collar isabelino tipo rosquilla

- Collar isabelino tipo rosquilla con corazones
- Collar isabelino tipo rosquilla de ardillas
- Collar isabelino tipo rosquilla de zorritos
Estos motivos en las telas ya molan más pero, ¿no os recuerdan a las rosquillas de los Simpson? Ummmm, rosquillas…
Estos collares de recuperación están hechos de nylon, son blanditos, suaves y muy cómodos para nuestros perros, sobre todo para dormir ya que ¡es como llevar la almohada incorporada!
Collar isabelino tipo platillo volante

Con estos collares no sé si se les ha ido la pinza un poco o si los diseñadores son fans de las pelis de extraterrestres, ¡parecen platillos volantes! 😄
Están hechos de nailon resistente al agua y espuma hueca EPE suave lo que los hace superligeros, resistentes y, además, son lavables.
El cierre se compone de pequeños botones.
Collar Comfy para perros

El cono para perros de la marca Comfy parece ser el Ferrari de los collares de recuperación. Aprobado y autorizado por los veterinarios, este collar es de los más caros (unos 40€) pero, viendo los comentarios de los que lo han probado, funciona bien, es cómodo para nuestros perros y, lo más importante, resistente.
Está fabricado con nailon acolchado reforzado con espuma y ribete reflectante para mayor seguridad.
Cuenta con un plástico extraíble para añadir estructura en caso necesario y un diseño reversible, tanto de dentro hacia afuera como de delante a atrás.
Resistente al agua, repelente y fácil de limpiar con agua y jabón.
¿Qué más se le puede pedir?
Tenéis más información sobre este cono en la web de Comfy.
Collar isabelino para perros con dueños cachondos

- Collar isabelino con forma de rana
- Collar isabelino con forma de conejo
- Collar isabelino con forma de jirafa
- Collar isabelino con forma de pollito
No hay vergüenza que valga…los diseñadores se han tomado un alucinógeno y han creado esta línea de collares isabelinos que dejan los modelos de Lady Gaga a la altura del betún.
¿Qué os parecen? ¿Os atreveríais a llevar a vuestro perro con un collar como este por la calle? Son carne de Instagram…pobres peludos…😄
Collar isabelino casero DIY
Si lo tuyo son las manualidades y no quieres gastarte mucho dinero en algo que se va a usar unos pocos días, puedes hacer un cono de recuperación casero o como dicen los yankis, DIY.
Puedes utilizar materiales como cartulina, plástico o, si eres expert@ con la máquina de coser, uno con tela y espuma.
Eso sí, ten en cuenta que la cartulina se dobla, se rasga y se ablanda con el agua, por lo que tendrás que vigilar de cerca a tu perro para que no se rompa o se la quite y se acabe rascando la herida.
Mide bien su cuello para que al ponérselo no le ahogue y que el borde del collar sera suave para que no le haga roces.
Piensa también en la profundidad del cono, tiene que ser lo suficientemente largo como para que no se llegue a la zona afectada pero lo suficientemente corto como para que pueda beber y comer o ver lo máximo posible.
Os dejo un vídeo de un chico mexicano que explica muy bien cómo hacer un cono isabelino DIY:
Como veis hay muchas opciones en el mercado pero ninguna digna. No queda más remedio que tomárnoslo con filosofía.
Ah!, se me olvidaba contaros que al final ¡Max se consiguió quitar la lentilla con el cono puesto! No sabemos cómo lo hizo, expediente X. Le cambiaremos el nombre por Houdini…
Así que, da igual el cono que compréis, vigilad a vuestro peludo de cerca porque son unos artistas del escapismo.
¿Habéis tenido que usar el cono de recuperación? ¿Cómo os ha ido? ¿Os habéis atrevido con alguno que no fuera el básico?
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